Es todo un desafío, poder expresar lo que a uno le pasa en pareja. Sin acusar al
otro y sin defenderse.
Hay una responsabilidad en uno de los miembros que es la responsabilidad de tomar
la iniciativa por romper un pacto.
Es entonces cuando afloran nuestras conductas más neuróticas e infantiles…
Las ganas de volver a estar juntos, es el elemento clave que hace que una relación sea
potencialmente salvable luego de una infidelidad o crisis de pareja importante.
Cuando hay ganas de estar juntos, el corazón de ambos se rebela ante la posibilidad de
una separación definitiva.
Cuando el ojo de la tormenta pasa y las emociones se estabilizan tanto el uno como
otro, necesitan gestos concretos de su compañero o compañera, especialmente
aquellos gestos que demuestran que el otro me sigue importando. Que es
importante para mi seguir teniéndolo en mi vida.
Que estoy haciendo y que estoy dispuesto a hacer para que mi pareja note lo mucho
que importa? La suma de minúsculos gestos cotidianos es lo que crea el clima
favorable para el reencuentro.
No hay manera de saber de antemano como va a funcionar una relación, ni de
calcular si va a durar pero se lo consigue entregándonos a lo que hay, sin
exigencias y sin expectativas. No es fácil.
Cuando uno ha sido herido y no quiere que le vuelva a pasar lo mismo, para evitarlo,
tenemos ideas, estrategias, expectativas, de cómo debería ser nuestra próxima relación.
Nos volvemos rígidos, exigentes y no dejamos que la relación fluya en forma
natural. Queremos “empujar el rio para nuestro lado”, para que corra por donde
decidimos que nos conviene y entonces la relación se vuelve forzada y sin
libertad.
A medida que crecemos dejamos atrás la manera de enamorarnos de los veinte años, quizá quede atrás algo de locura, pero pueden abrirse paso la profundidad y la
madurez, una madurez necesaria para que sin dejar de buscar un amor perfecto,
seamos capaces de disfrutar de un amor real entre personas reales.
Si somos lo suficientemente valientes como para reconocer esta situación, podríamos
convertir al otro en un maestro en lugar de un enemigo. Si sabemos mirarlo de
esta forma, la magia puede volver y los conflictos pueden convertirse en una
señal pero positiva, de los aspectos que cada uno debe desarrollar.
Cuando la grieta se produce, cada integrante de la pareja comienza a ver en aquel que
antes lo completaba, el rostro de un enemigo.
Como se sale si es que hay salida?
La relación de pareja es uno de los más grandes espejos que tenemos para mirarnos,
el mejor y el más cruel de los espejos. Nos enojamos porque la imagen que el
nos devuelve no nos gusta. Entonces es el espejo el que nos hace horribles?
Nos enojamos con el que da la noticia que no queremos recibir, quisiéramos actuar
como Caligula, matando a todo aquel mensajero que no trae buenas noticias, como
si con eso consiguiera que la mala noticia desaparezca.
Apelando a la valentía de mostrar las partes vulnerables para pedir ayuda en lugar de
levantar muros de defensa. Cuando las partes débiles de los dos que discuten
consiguen conectarse y comprenderse, crece la confianza y cada uno puede ser el
maestro del otro, allanando el camino para que la mágica conexión de almas
aparezca.
Por mas que vivamos planificando y pretendiendo controlarnos a nosotros mismos y a
nuestro entorno nada suele suceder como esperamos. Este hecho es tan
verificable en la realidad que se parece más a una verdad de Perogrullo que a
un pensamiento intelectual. Y sin embargo, hay un montón de gente que actúa,
vive y siente como si las cosas no funcionaran así.
Discutir y agredir al otro por algo que ya nos hizo y nos lastimo, es un acto de
inmadurez absoluta y básicamente una batalla perdida. Porque lo que esta hecho, hecho esta.
Mirando hacia adentro apareció un mi un sentimiento casi ya olvidado… No sabia como
hacer para aceptar mis limitaciones sin olvidar de reconocer mis capacidades.
Mas que nunca cuando formamos una familia la sociedad nos anuncia que ha llegado la
hora de funcionar mas como “se debe” que de acuerdo con lo que se sentimos en
cada momento. Asi es como solemos perdernos a nosotros mismos y vamos renunciando de a poco a la alegría, a la frescura y a la espontaneidad. No hace falta
decir, que sin estas tres herramientas, no puede haber una sana sexualidad…
Es por eso que muchos, entran en una carrera frenética de cambio de compañero, de
salir con cualquier persona… buscando sexo por sexo mismo. Pero ese sexo de la
genitalidad, no implica una conexión con el otro. Ese sexo no eleva a nadie.
Porque en sentido estricto es un sexo sin sexualidad. Mantener y desarrollar un
contacto sano con la vida es ser uno mismo y enamorarse de estar vivos en todos
sus aspectos. En eso consiste el cultivo del terreno del amor. Cuando el
terreno está listo, la mayoría de las veces florece nuestra mejor sexualidad,
lo que posiblemente incluya lo genital, pero que no se acaba ahí.
Hay que ser conscientes de que en verdad no es posible “tener” nada, mucho menos a
alguien. Pero preferimos dar por sentado que nada cambiara. Miramos nuestro
compañero y creemos estar viendo siempre al mismo, porque decidimos que así es.
Pero no es.
No pienso que la pasión tenga que sostenerse sobre la base del miedo a perder al
otro, porque estoy segura que nada bueno puede crecer basado en el miedo. Digo
que las parejas duraderas están hechas de una sabia mezcla de cercanía y
espacio. Cercanía que genera intimidad, respaldo y seguridad. Espacio que nos
hace libres y conscientes de nuestras posibilidades de cambio. No hay límites
para cambiar, porque no hay límites para crecer y ese es el sentido de la
pareja: Crecer al lado del otro. La vida
compartida es una oportunidad para eso.
La verdadera pasión no se mantiene cambiando de partenaire todos los días, sino
descubriendo que nosotros, los dos, somos un poco distintos cada mañana, y a
partir de allí, el sexo, la pasión, el deseo y la atracción por el otro pueden
renovarse dia a dia. Es necesario entrenar la pasión. Ya que no hay cosas
apasionantes sino pasión puesta en las cosas.
Es inútil además de poco aconsejable, siquiera intentar tenerlo todo bajo control
o querer anticiparse a lo que sigue. En esa época aprendí que, nos guste o no
lo que la vida tiene para darnos no se detiene a escucharnos, la vida fluye,
solo fluye.
Cuando luchamos contra lo que es, por ser como es, interrumpimos el libre fluir de los
acontecimientos y evitamos que la situación pueda evolucionar hacia mejor.
Hay un ejercicio muy bueno que nos ayuda a salir de la no aceptación de cosas que
nos pasan y nos corren del papel de victimas en el podemos encontrarnos, pensar
que:
Para aprender a…
Para darme cuenta de que…
Entender es con la cabeza, comprender es con el corazón. Y si mi corazón está herido,
muy difícilmente pueda terminar de asimilar lo que haya pasado.
Igualmente hay que reconocer que fue él, quien me enseño a tomarme la vida con mas
levedad, a no hacerme tanto problema por cada cosa.
Me siento estafada, no tenida en cuenta y una vez más abandonada. Una vez más no
elegida… Sentimiento terrible para la autoestima de una mujer…
Nuestro compañero o compañera es un maestro. Alguien que nos enseña cosas importantes de maneras muy extrañas (a veces provocando nuestra furia).
El amor y sus vaivenes, los encuentros y desencuentros, son guías que nos muestran
los problemas que siguen habitándonos y que somos capaces de ver de otra
manera.
No hay conflicto que no tenga salida. Lo que cierra el camino no es el conflicto,
sino el orgullo, el endurecimiento, la cerrazón. El precio de nuestra reacción no
lo paga solamente la relación de pareja, sino que nosotros mismos perdemos
contacto mismo con la magia de la vida. Nos volvemos personas cerradas. La idea
y el deseo de que es posible complementarme con el otro.
No es necesario que nadie me de lo que yo ya tengo. Nada nos falta. Pero si
precisamos, una y otra vez de alguien que con amor sea el espejo en el que
podemos vernos sin temor. Esa será la ayuda que me permitirá destrabar los
mecanismos que me impiden volverme la mejor persona que yo puedo ser.
Tener un vínculo fuerte y duradero es lo que toda persona normal aspira. Tener una relación clara. Lo vivido fue y es importante.
El camino no es estar de acuerdo con lo que el otro hace después de separado, pero
se puede intentar entender sus razones, aunque sean muy distintas de las propias.
Aceptar que el otro tiene sus razones para hacer lo que hace aunque yo no lo
comparta. Por algo las personas se separan…
No es el más seguro de los hombres pero me dio seguridad.
No es el más valiente pero siempre me ayudo con mis miedos.
No es el más exitoso pero siempre me ayudo con mi desarrollo personal y
profesional.
Me apoyo siempre y yo crecí mucho a su lado.
La vida siempre concede más de una oportunidad para darnos cuenta de todo lo que
nos sucede y para crecer en ese darnos cuenta. El cosmos conspira para que las
mismas situaciones se repitan una y otra vez, hasta que aprendamos lo que
debemos aprender de ellos.
La jugada era tan maquiavélica como eficaz. El había querido que yo me entere,
pero sin decírmelo directamente.
Nada a lo largo de la vida permanece constante. Poco o mucho, cada uno de nosotros
va cambiando en sus pensamientos, en sus gustos, en sus comportamientos. Del
mismo modo, el mundo que enfrentamos se transforma día a día. Lo que aprendimos
ayer, quizá no sirva, tal cual, para hoy, porque hoy otras cosas suceden y aun
las mismas cosas pasan de forma diferente. Este cambio constante es lo que
transforma la vida en una apasionante y sorprendente novedad continua y
cotidiana. La pareja es parte de la vida de una persona, y esta sujeta a los
mismos cambios para los que no siempre estamos preparados, y por lo tanto es
inevitable que las crisis de pareja ocurran. Algo nuevo sucede o viene
sucediendo y rompe el equilibrio al que se había llegado y no es posible
arribar a un nuevo equilibrio, entonces se produce la crisis. Es algo norma y
natural, es parte de la vida de la pareja. Si queremos que la pareja perdure,
no se trata de evitar los “desequilibrios” sino de aprender a resolverlos.
Detrás de cualquier crisis hay un desbalance. El centro se ha corrido, los miembros de
la pareja ya no se perciben el uno al otro en igualdad de condiciones “como
antes”.
Necesitamos dar y recibir, especialmente en la pareja si queremos seguir creciendo al lado del otro. Para que haya verdadera intimidad en una atmosfera relajada, ambos
individuos necesitan tanto sentir que dan algo de si, como saber que también reciben
algo.
La mutua alimentación no siempre puede mantenerse equilibrada.
Hay muchas circunstancias que inclinan la balanza a lo largo de la vida de la
pareja.
Aprendí que las heridas, los desencuentros, y las crisis son ciertamente dolorosas pero
es completamente imposible evitarlas si hablamos de una relación comprometida.
Hay una herida esencial que todo ser humano tiene. Y esa herida es no querernos lo
suficiente.
Hay un ejercicio de Jorge Bucay que propone escribir cosas que no hemos recibido en
la infancia y hubiéramos querido que sucedieran…. “Un papa que me escuchara y
estuviera presente cuando yo lo necesitaba”. Y luego se cambia a esa lista, la
consigna por coas que espero de un hombre. El resultado es sorprendente, viví
toda mi vida buscando en cada encuentro un papa que me diera el amor que no recibí
de niña y que por eso no sentía dentro de mi. La sanación ocurrió cuando pude
conectarme con el amor que los hombres me habían dado, comenzando por mi padre,
en lugar de enojarme por lo que no me pudieron dar. La sanación ocurrió cuando
pude ver a la niña herida dentro mío dentro de todas las personas que me
amaron, y valorar lo que me dieron…
Me pase la vida buscando a alguien que llenara el vacio del amor que acarreaba de
la infancia y finalmente había descubierto que mi vida estuvo siempre sostenida
por el amor que llevo dentro.
Te quise mucho, todo lo que te di te lo di con ganas, tú me diste muchísimo y te
lo agradezco. Pero nos dijimos un montón de cosas feas , sumamente dolorosas y todo quedo mal entre nosotros, yo asumo mi parte, y espero que vos asumas la tuya. Aunque te agradezco por todo lo feliz que me hiciste y el dolor que me causaste.